viernes 30 de mayo de 2003

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el transporte público automotor de pasajeros en la ciudad de Buenos Aires expende boletos de material termosensible, que se imprimen con calor dentro de las máquinas donde se ponen las monedas por el valor del viaje;
esos boletos se emiten de tamaño cada vez más chico tal vez para ahorrar el papel especial;
las letras, los números, todo tipo de datos, incluyendo el día y la hora, son siempre los mismos, pero el espacio donde se pone todo eso es cada vez menor, porque el tamaño sigue disminuyendo;
el resultado es una tirita con multitud de signos pequeñitos que ya parece por completo incomprensible, un papelito minúsculo que da lástima conservar