viernes 5 de julio de 2002

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En la Ciudad de Buenos Aires los residuos domiciliarios se sacan en bolsas a la puerta, a la noche, y los camiones recolectores pasan tarde, a distintas horas según los recorridos, pero puede decirse que pasan a las diez, once, y hasta las doce también.

Quizás eso de la recolección nocturna de los residuos domiciliarios tuvo alguna vez su lógica, y pienso que aún pudiera tenerla todavía, si pensamos en los grandes camiones que pueden entorpecer el tránsito durante el día, que es cuando circula la mayor cantidad de automotores. Pero los camiones podrían ser más chicos, y el tránsito no sería lo más importante.

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La crisis incorporó un cambio drástico en el tema de la basura. Lo que cambió es la cantidad de gente que revisa la basura para llevarse algo.

Entre ellos hay muchas veces familias enteras, incluyendo niños.

Verdaderamente podría facilitarse la tarea de esa gente poniendo los residuos de día en las calles, en lugar de hacerlo de noche.

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Claro está, a menos que no quisiéramos ver delante nuestro ni los residuos de nuestras casas ni los residuos de nuestras sociedades.

Esa sería una razón para dejarlos trabajar de noche, fuera de la vista del público, pero también podríamos ver las cosas como son.

Quienes se permitan mirar con atención a todos esos que revisan la basura, no verán marginales, verán gente común, se verán a sí mismos, cualquiera de nosotros, quizás mañana mismo.