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Christian de Bartillat, conversaciones con Henry Miller, Granica editor.
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– En el coloso de Maroussi, usted encuentra a un astrólogo. Le anuncia que vivirá indefinidamente.
– Si, no moriré jamás. Es lo que dijo, me acuerdo. Me impresionó mucho.
Era un pobre ciego, inculto, pero tenía sus grandes libros, con ilustraciones en griego, en árabe, en hebreo y en otros idiomas.
Los consultaba, luego se acercaba a mirarme, estrechaba mis manos, se arrodillaba adelante de mí.
Fue un momento fantástico. Y mi amigo, que era un escéptico, y se divertía mirando todo aquello, también quedó, finalmente, estremecido.
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– En las tragedias griegas las mujeres no expresan particularmente la dulzura de vivir.
– Son monstruos, como las mujeres de las antiguas mitologías.
A menudo son peores que los hombres -es verdad-, y quizás sea un resabio de la época matriarcal, cuando las mujeres eran dueñas de la ley.
En realidad, las Amazonas debían ser terribles, y sé personalmente que, cuando encuentro una mujer furiosa, debo huir o tener mucho cuidado.
Hablando, puedo apaciguar la cólera de un hombre, pero no la de una mujer. Esta volverá siempre con una idea fija, tras una sola pista, como decimos.
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Christian de Bartillat, conversaciones con Henry Miller, Granica editor.