jueves 2 de enero de 2003

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desistió de reparar lavarropas y heladeras cansado de que a los seis meses de cambiar una goma en la puerta, o una manguera, lo llamaran reclamándole porque después de su arreglo (y en apariencia por culpa suya) se le había quemado el motor al artefacto;
desde entonces afrontaba arreglos más sencillos, no porque no supiera hacer otras reparaciones, sino porque no quería afrontar problemas más complejos, que son los que se presentan con las personas, no con los aparatos
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cuando se piensa en la justicia cada uno está pensando lo mejor;
lo que no se piensa es que las sociedades cuando son injustas tienen su propio concepto de la justicia;
y que entonces el orden humano construye una cierta aproximación a la justicia que no entre en serio conflicto con las injusticias que deben ser preservadas a cualquier precio;
buscando la justicia en el orden natural no habrá nada que le explique a la lechuga lo que tiene de justo que alguien la arranque para el almuerzo, o a la cucaracha, lo que tiene de justo lo que le suceda cuando se cruce en el camino de una persona que enciende la luz al entrar al baño;
así, es posible ver en la vida diaria que muchas veces perseguir el sueño de la justicia es motivo para que se cometan nuevas injusticias;
no servirá de mucho consuelo esto, pero después de todo, será difícil conocer en este mundo a alguien tan santo, tan iluso, tan inconciente o tan mentiroso hasta para con él mismo, como para que no se esté culpando en este mismo momento por haber cometido alguna clase de crimen mayor o menor;
y que esté bien agradecido de que la injusticia básica del universo lo haya dejado impune, por lo menos hasta ahora