jueves 12 de junio de 2003

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Christian de Bartillat, Conversaciones con Henry Miller. Granica Editor.

… aunque por supuesto buscaba (en París) los nombres de calles como Rabelais, Dante, Balzac, y me daba cuenta de que la mayoría de grandes nombres se encontraba en malos barrios.

-¿Dios sabe reir?
– Ríe, pero como decimos en inglés, con el lado malo de su cara.

– … Según creo,… el problema de la identidad es el principal problema del hombre y de Dios.
– Esto me recuerda el libro de un hombre joven, que Durrell me dio, un libro cerca de los gnósticos. Para mí es un período fascinante, aquella gente y sus ideas. Y sostengo que si aquella gente viviera actualmente, yo sería un gnóstico. Estaban en contra de todo; Dios también, usted sabe, estaba loco. Decían que el mundo entero estaba loco, y que la tierra era un error cósmico. Esto sí que me gusta.
– ¿Todos los hombres están locos?
– En el Tibet no se preocupan por la locura. Solamente dicen que es otro aspecto de nuestra mentalidad. Tenemos mil aspectos más que no se desarrollan. Este es uno, pero no hay que entusiasmarse. Sino te meten en el hospicio.
– Por otra parte, había pocos locos en el hospicio a lo largo del siglo XIX. Permanecían con sus familias, en las calles, con los demás.
– Recuerdo que escribí que, en París, el loco no asusta a nadie. Está en la calle con todo el mundo. Esto me impresionó mucho, porque solamente vi algo así cuando estuve en París. Me parecía maravilloso: les dejaban en libertad, no les encerraban, no se les humillaba, se les soportaba, se les permitía vivir, lo que es extraordinario.

Christian de Bartillat, Conversaciones con Henry Miller. Granica Editor.