miércoles 10 de julio de 2002

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En otros tiempos, no sé ahora, había muchos libros para niños que se llamaban: elige tu propia aventura.

Y te daban el derecho y la posibilidad de ir eligiendo cómo seguir la aventura, y el lector era el que iba tomando las decisiones.

En ese sueño que tuvo el personaje que escribe en este sitio todo era posible, y se podía hacer algo, y también lo contrario.

Y también todas las demás infinitas posibilidades, y así se tomaban sucesivamente las más distintas decisiones sobre las mismas cosas, y daba la perfecta impresión de que la cosa era posible, se veía como perfectamente posible.

Y viéndola, esa realidad en ese sueño, parecía que no era más difícil y confusa de lo que vemos ahora la vida de todos los días, en la que supuestamente vamos haciendo cada cosa a su tiempo, cada cosa por vez.

Esa vida de ahora en la que una dirección cancela para siempre todas las restantes infinitas direcciones, las posibles y las imposibles.

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Le dio un poco de asombro ver en la propaganda la cara de un candidato de un partido político a algún cargo de alguna clase, porque ese hombre le quedó debiendo para siempre jamás una plata por un trabajo que hizo, y no fue el único.

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Habían aparecido en el barrio unos carteles pintados por la misma mano, que decían: fuera chinos.

No me gustaron para nada esos carteles, e imaginé a su autor como alguien que hubiera tenido un problema personal con algún chino, más que a alguien involucrado en una acción de rechazo a los inmigrantes de oriente.

Muchos meses después podía verse uno de esos carteles que decía: fuera, y lo de abajo aparecía tachado, quizás por un chino.

Pero yo prefería pensar que quizás haya sido cualquiera, que haya pensado que un cartel así en la ciudad no era bueno para los chinos, y tampoco era bueno para los demás, incluyendo al que los escribió.

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Cuando cerraron ese comercio pusieron un cartel que decía: cerrado por reformas.

Y quedó cerrado para siempre.

En eso pienso cuando me despido de alguien diciendo hasta luego.

Sabiendo que una de las posibilidades más ciertas es que no vuelva a aparecer nunca más por allí.