viernes 24 de octubre de 2003

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cuando la máquina que vende café o la que vende pasajes en el transporte tienen crédito disponible, como si uno ya hubiera puesto las monedas, es lo que puede llamarse un milagro de tamaño chico;
eso no sucede casi nunca, pero cuando ocurre uno duda un segundo hasta que lo puede creer y aceptar;
que es lo mismo que pasa con los milagros grandes
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entre la seguridad de lo que se conoce, aunque no conforme, y el riesgo de apostar a lo que se sueña, hay un pasillo;
en el que se puede deambular encerrado toda una vida