sábado 25 de octubre de 2003

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cada vez que alguien hablaba de los defectos, menores o mayores de su ex pareja, aun de sus eventuales defectos reales, que los tendría, como los tiene todo el mundo, el hombre pensaba varias cosas, todas en el sentido de la absoluta conveniencia de no hablar mal de nadie en esos casos;
primero pensaba automáticamente en que la pareja actual podía ser candidata a estar en ese lugar público en el futuro;
automáticamente le venían a la mente las muchas cosas que podían criticarse, iguales o peores a la persona que hablaba
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cuanto más grave fuese lo que se contara, mayor responsabilidad propia habría en el haberse quedado en ese lugar;
y mostraría mejor lo incomprensible del tiempo que la persona había pasado, poco o mucho, voluntariamente, verdaderamente sin ninguna obligación, dentro de esa jaula