31.7.2019f

El señor Leopold Bloom (…) andaba por la cocina suavemente, preparándole a ella las cosas del desayuno en la bandeja abollada. La luz y el aire en la cocina eran gélidos (…). Un poco de vacío en el estómago le daba. /Ulises; Joyce, traducción Valverde

31.7.2019e

En la oscuridad (…) esperan, las sillas (…), mi maleta en obelisco, en torno a una mesa de vajilla abandonada. ¿Quién va a recogerla? Él tiene la llave. No voy a dormir allí cuando llegue la noche. (…) Llamar: sin respuesta./Ulises; Joyce, traducción Valverde

31.7.2019d

El señor Deasy se rió con rico placer, guardando su caja. — (…) Somos un pueblo generoso, pero también debemos ser justos. —Me dan miedo esas grandes palabras —dijo Stephen— que nos hacen tan infelices./Ulises; Joyce, traducción Valverde

31.7.2019c

Amor matris (…). Ella, con su débil sangre y su leche agria de suero, le había alimentado y había escondido a la vista de los demás sus pañales. Como él fui yo, esos hombros caídos, esa falta de gracia. Mi niñez se inclina a mi lado. /Ulises; Joyce, traducción Valverde

31.7.2019b

Mi niñez se inclina a mi lado. (…) La mía está lejos (…). Hay secretos, silenciosos y pétreos, sentados en los oscuros palacios de nuestros dos corazones: secretos fatigados de su tiranía: tiranos, deseosos de ser destronados. /Ulises; Joyce, traducción Valverde

31.7.2019a

La operación estaba hecha. —Es muy sencillo —dijo Stephen (…). —Sí, señor. Gracias —contestó Sargent. (…) — (…) salga con los demás —dijo Stephen (…). —Sí, señor. En el pasillo se oyó (…). —¡Sargent! —Corra —dijo Stephen—. /Ulises; Joyce, traducción Valverde

31.7.2019

Oigo la ruina de todo el espacio, cristal roto y mampostería derrumbándose, y el tiempo hecho una sola llama lívida y definitiva. ¿Qué nos queda entonces? /Ulises; Joyce, traducción Valverde

30.7.2019f

Stephen se dio la vuelta. —Me marcho, Mulligan —dijo. —Dame esa llave, Kinch —dijo Mulligan (…) Stephen le alargó la llave. (…) —Y dos peniques —dijo— para una pinta. Échalos ahí. Stephen echó los dos peniques en el blando montón. /Ulises; Joyce, traducción Valverde

30.7.2019e

Vistiéndose, desnudándose. Buck Mulligan erguido, con las manos unidas y adelantadas, dijo solemnemente: —Aquel que robare al pobre prestará al Señor. Así hablaba Zaratustra. Su rollizo cuerpo se zambulló. /Ulises; Joyce, traducción Valverde

30.7.2019d

—Ya te volveremos a ver —dijo Haines, volviéndose hacia Stephen que subía por el sendero, y sonriendo de esos salvajes irlandeses. (…) —En el Ship —gritó Buck Mulligan—. A las doce y media. —Bueno —dijo Stephen. /Ulises; Joyce, traducción Valverde