lunes 17 de septiembre de 2001

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Y mantener la dignidad como luz interna, como propósito, está a cargo de cada uno. Los gobiernos están dejando de ocuparse de esas cosas, y los particulares todavía no encuentran la forma de asociarse para ayudar, o por lo menos, para no empeorar las cosas.

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La dignidad tiene que ver con la supervivencia. Mantenerse dignamente en tiempos de restricción, es tener un propósito de sostenerse lo mejor posible esperando tiempos mejores, y también para ser la mejor compañía posible para los demás, mientras transitamos por este mundo.

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Se me ocurre que la dignidad tiene que ver con la supervivencia, en tiempos de restricción, especialmente, y lo digo porque parece que se entendiera exactamente al revés. Que cuando las cosas están difíciles, entonces está bien hacer cualquier cosa, entendiéndose por cualquier cosa, CUALQUIER COSA.

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Parece superficial hablar de dignidad, es posible. Porque es un concepto que está registrado en los libros sagrados, en las constituciones de los países y en los himnos. Lo que yo trataba de expresar es que la dignidad, en el contexto de restricción, tiene relación con la supervivencia.

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Y hablando de dignidad, también me doy cuenta de que es muy difícil encontrar en esta ciudad un lugar donde estar largas horas sin hacer nada. Y también me llamó la atención que los empleados de los locales de comidas rápidas no han recibido ninguna consigna para desalojar de sus lugares a quienes se mantienen horas y horas día tras día, a veces en los mismos lugares. La gente que está largas horas en su sitio hace sospechar que de noche se ubica en alguna parte, pero de día… y los días son muy largos. Este tema tiene que ver con la dignidad.

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En tiempo de restricciones se ve mucha gente que pasa todo el día en la calle. En Buenos Aires, Argentina, se empezaron a ver carteles en los bares, diciendo que los baños están reservados a los clientes. Y la tendencia es bastante general, por lo que yo vi. Es interesante observar en cambio los locales de comidas rápidas, esos que son todos iguales en todo el mundo, donde los empleados reciben entrenamiento hasta para sonreír. Pues bien, aunque no se lo crean, yo les digo que esos lugares son los únicos, casi, donde la gente que vive en la calle puede ir al baño en esta ciudad, pues parece que los empleados no tienen ninguna directiva para impedir que nadie utilice los baños. Y esos baños, como regla general, están muy limpios. ¿Y porqué digo esto? Porque ir al baño es muy importante. Y porque esos locales son resistidos y atacados como símbolo de globalización, pero yo vi que prestan, quizás sin saberlo, un importante servicio social. Este tema tiene que ver con la dignidad.

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En estos lugares se viven tiempos de restricciones. La restricción nos aporta algo interesante. Las restricciones limitan las infinitas posibilidades que tenemos para hacer y para no hacer, y eso facilita correlativamente las elecciones, que siempre tienen su dificultad cuando las opciones son demasiado amplias. Igualmente, tenemos para entretenernos y ser felices con la gran cantidad de opciones que nos quedan. Y por si no se entendió, aclaro que este es un mensaje optimista.

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Quisiera dejar dicho que tengo visto que después del final siempre hay otra cosa.