martes 3 de mayo de 2011

*
ese reloj de pared llevaba años parado en el entrepiso del hospital universitario con sus agujas marcando las cinco exactas de la madrugada o de la tarde, daba exactamente igual para el caso;
mientras la larga y fina aguja de los segundos de ese reloj seguiría girando tal vez inútilmente sin final aparente, al único efecto de dar a entender solamente a quien se tomara la molestia de advertirlo, que mientras tanto, el reloj todavía seguía con vida