lunes 13 de junio de 2011

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perfil.com del 10.6.2011; millajes; Viajando se conoce gente; por Daniel Link
Parto de una premisa de realidad: Rafaeu (así lo llaman acá) y yo (Danieu) estamos, en estos días (como tantas otras veces), en la misma ciudad extranjera, y hemos viajado con esos dineros excedentes que las sociedades destinan para estimular el tráfico de ideas. Ignoro por qué las ideas necesitan de los cuerpos para ser movilizadas más allá de las fronteras, y alguna vez Mario Bellatín intentó demostrar la banalidad de esa presunción, sin éxito: los escritores siguen viajando a costa de los contribuyentes. No era esto sobre lo que quería detenerme, sino en la enorme relación de todo lo que hago (o escribo) con la figura y la obra de Jorge Borges, esa suerte de lotería que los argentinos nos ganamos y que nos permite ir a cualquier parte del mundo y tener un nombre y unas frases que invocar, nos importen mucho o poco.
Borges es el más aburrido de los escritores barrocos, cuando no el más penoso. Su pensamiento está lleno de contradicciones, efecto de su gusto desmedido por los juegos conceptuales, y su precisión de gramático muchas veces oculta una vacuidad insoportable. Pasolini, Deleuze, por citar sólo a dos gigantes admirados, no gustaban de Borges.
A nosotros, (…), nos conviene soportarlo. Millaje obliga.
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