lunes 6 de agosto de 2012

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Cuando (…) entregó al rey Carlos III su famosa edición del Quijote (…), el rey le preguntó cómo era posible que una obra tan bien impresa necesitase fe de erratas. El maestro tipógrafo contestó: "Mi señor, no es obra perfecta la que carece de las unas y de la otra". / Juan Forn