sábado 18 de agosto de 2012

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Los Griegos; J.D.F. Kitto; Eudeba; Sería interesante, aunque inútil, meditar qué nos pasaría si todos nuestros reformadores, revolucionarios, autores de proyectos, políticos y arreglalotodo en general estuviesen empapados en Homero desde su juventud, como los griegos. Quizás comprendiesen que cuando llegue el feliz día en que haya una heladera en cada hogar y en ninguno dos, en que todos tengamos la oportunidad de trabajar para el bien general (cualquiera que éste sea), en que el Hombre Común (quienquiera sea) triunfe, aunque no se haya cultivado, todavía los hombres vendrán y desaparecerán como las generaciones de hojas en el bosque; y que aún seguirá la criatura humana siendo débil y los dioses fuertes e inconmensurables. Tal vez reconociesen también que la cualidad del hombre importa más que sus hazañas; que la violencia y la indiferencia llevarán siempre al desastre y que éste caerá tanto sobre el inocente como sobre el culpable. Los griegos tuvieron suerte al poseer a Homero y fueron prudentes en el uso que de él hicieron.