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si el destino no fuera por completo ciego e inevitable, no se hubiera estrenado ni una sola tragedia en el teatro griego, ni existiría la ópera
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cuando se rompe una máquina, la globalización consiste en llamar por teléfono a un número local, que el conmutador lo atienda una persona en otro país, y que el servicio técnico responda muy competentemente desde otro país distinto, y cada vez más lejos.
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pareciera que los servicios profesionales tienen la misma incompetencia que los mortales comunes, sólo que están tan acostumbrados a lo que termina mal, que llegado el caso cuentan con rutinas para todo eso
