viernes 6 de diciembre de 2002

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a los once años, el hijo le dijo a su padre que habiendo muerto su tío, su padre parecía sentir menos la muerte de quien había sido su hermano;
debido a que el joven veía que su abuela lo lamentaba mucho más;
se le quedó la respuesta pendiente, entre lo raro de la afirmación, y la necesidad de ser claro con su hijo, evitando ser de una claridad brutal;
como esa señora insistía en contar los cumpleaños del muerto, otro año más, el hombre se encontró de pronto con la respuesta que no pudo darle a su hijo;
no era que lo sintiera menos, era que la muerte es meramente la muerte, no quiere decir que debamos obrar para siempre como si a la persona que muere le estuviesen pegando de día y de noche