16.4.2021

—Me iría ya a casa —dijo—. (…)
—Estás cansada, madre.
—No lo estoy —negó la señora Saunders—. ¿Alguna vez me has visto cansada?
—No es pecado cansarse.
—Admitirlo, sin embargo, constituye un gran error.
La puerta de los ángeles, Penelope Fitzgerald, traducción Jon Bilbao