25.6.2021.5

Domingo

A. Kluge vino a Princeton a dar una conferencia, (…). No podía hablar porque se había golpeado la cara y quebrado un brazo. Kluge apareció en el salón, enyesado, y se inclinó a saludar con una especie de cortesía china. Eso fue todo.

Los diarios 3; Piglia