viernes 16 de octubre de 2009

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Fritz Leiber; ¡Hágase la oscuridad!
Había visto como se esfumaba el último gran momento e, incluso, ese mismo momento había tenido un carácter espasmódico y desesperado, algo que se convertía en irreal en el mismo momento de haber sucedido, como el último ataque de un carnívoro moribundo, o el último esfuerzo físico de un hombre antes de resignarse a la vejez y a una utilización más ponderada de sus recursos.