(…)
—¡Qué bonito!
—Sí.
—¿Y el dragón?
La sinuosa cola de un dragón, también dorada y de vivos colores, se enroscaba como una orla en torno al borde del otro azulejo. (…)
A la deriva; Penelope Fitzgerald
(…)
—¡Qué bonito!
—Sí.
—¿Y el dragón?
La sinuosa cola de un dragón, también dorada y de vivos colores, se enroscaba como una orla en torno al borde del otro azulejo. (…)
A la deriva; Penelope Fitzgerald