lunes 31 de marzo de 2003

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uno de los procedimientos más insidiosos e indiscriminados usados en las guerras de todos los tiempos, es el de poner minas, que es el nombre que se les da a los artefactos que explotan por el simple contacto, ocultas con diferentes procedimientos, en los lugares por donde se supone que pasará el enemigo;
ese procedimiento que tiene su cierta utilidad si se mide en la cantidad de muertos y heridos graves que se causa a los llamados enemigos, implica dejar enterrada la condena de muerte o de lesión muy grave de cualquiera que tenga la mala suerte pasar por allí aun mucho tiempo después de que el estado de guerra haya cesado, y allí quedarán muchos que nunca hubiera siquiera soñado afectar aquél que las puso;
sorprendentemente, en el Río de la Plata, minas (o minitas), se les dice a las damas, a las señoras, a las señoritas, a las mujeres, en el idioma popular local
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siempre bromeaba diciendo en tiempos difíciles, que en cualquier momento podía aparecer el séptimo de caballería, como en las viejas películas del oeste, y salvarlos a todos;
y ahora decía que la crisis se estaba prolongando demasiado, y que eso debía ser porque el séptimo de caballería seguramente estaría operando en el desierto contra los malos, y difícilmente quisiera ayudar a nadie en dificultades que estuviera tan lejos como en el lejano sur