martes 14 de septiembre de 2010

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las sociedades generan indigencia y hacen poco o nada por remediarla, porque nadie quiere o si quiere no sabe cómo hacerlo;
y lo bueno de ese desinterés o impotencia es que produce una cierta libertad en los desarraigados que no se ven forzados a mantener imposibles apariencias de personas normales;
lo que los hace muy parecidos a los filósofos, a esos filósofos que parecen indigentes