domingo 13 de julio de 2003

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despertarse de los pensamientos más ordinarios en el medio de una habitualmente muy transitada calle de la ciudad y darse cuenta de que por fortuna ningún vehículo pasaba en ese momento, deja la sensación extraña de haberse salvado por pura casualidad, o porque todavía no era el momento;
también deja pensar que el momento de morir puede ocurrir en medio de los pensamientos más ordinarios, sin ninguna solemnidad, lo cual no dejaría de ser una lástima para quienes gustan de los gestos solemnes