sábado 14 de febrero de 2004

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a veces la señal que la persona recibe para quedarse quieta es una fiebre repentina de más de treinta y nueve grados, a veces es un dolor en alguna parte del cuerpo que le exige reposo, y a veces es un corte de luz, una suspensión en el empleo o cualquier clase de evento que interrumpa la rutina;
a veces las interrupciones de la rutina duran un día, a veces años, que es cuando cambia la rutina hacia la otra punta hasta que se corta de nuevo alguna otra vez, y son esos los tiempos donde se hace un bache, un espacio, una especie de silencio donde se podría mirar si alguna clase de cosa queda allí donde no queda nada