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dos palabras escritas en la calle decían algo:
ningún patrón
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más de uno de los que se ganan la vida manejando un taxi o cualquier otro vehículo aprovecha la espera del semáforo para leer el diario unos segundos que parecen pocos para leer y muchos para esperar sin hacer nada
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el joven que vendía por teléfono los servicios de la telefónica había aprendido en un curso una cosa asombrosa: que para vender ese servicio debía preguntarle al cliente si quería probarlo el servicio (no comprarlo), probarlo, como si fuera gratis; y repetía: si usted quiere probar cómo funciona el servicio… y no había nada de probar, y era todo de comprar
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vender plantas por la calle dando lástima es muy trabajoso, y exige llegar inmediatamente al corazón del presunto comprador, así que este joven lo intentaba diciendo: una plantita, padre…
y el destinatario de ese ofrecimiento, que no era el padre del joven, por un segundo se sintió tratado quizás como sacerdote, sin serlo
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se ven jóvenes aburridos de no vender nada fumando en la vereda del local donde trabajan, porque tendrán prohibido hacerlo adentro, pero esas muchachas discutían con pasión algún asunto que les interesaba, solo que una estaba bien adentro del local, y la otra se expresaba desde la calle, donde fumaba su cigarrillo
