martes 6 de abril de 2004

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una cantidad de artefactos incorpora el uso de voces grabadas, femeninas o masculinas, raramente de niños;
las máquinas hablan en los momentos en que uno lo espera o en momentos en que llegan a sorprender;
vagamente se piensa en el dueño de esa voz y hay algo que incomoda en la situación;
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el empleado vendía heladeras, y en el momento de la venta confió a sus clientes que la suya propia andaba francamente mal, pero que por el momento prefería comprar ladrillos para hacerse su casa, de modo que se podía pensar en que si el hombre hubiera vendido ladrillos para ganarse la vida, se estaría comprando una heladera
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pero ese hombre que confesaba estarse comprando ladrillos para su casa propia la estaba poniendo en el terreno de su suegro, con lo cual su casa propia quizás tampoco fuera definitivamente tan propia como él estaba pensando
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y esa mañana en la que la paradoja andaba tan transparente por el shopping uno recordaba que si las heladeras enfrían algo es porque irradian calor en el ambiente en el que están al extraerlo del espacio que tienen dentro de ellas;
y entonces, propiamente, eso las transforma en estufas