lunes 26 de agosto de 2002

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En esa reunión había un hombre que había hecho de la filosofía una profesión, pero cuando lo presentaron como filósofo, con muy buen criterio negó que lo fuera.

Pero intervino un tercero y le propuso que quizás pudiera aceptar que lo presentaran como filoso.

Y eso lo aceptó, muy divertido.

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Un fanático del fútbol local decía una gran verdad cuando contaba que esperaba malas noticias en el tema deportivo porque había demasiado silencio en las calles después de la hora en que debía haber terminado ese partido.

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De tan oportunista, ya era inoportuno.

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Dos hombres estaban diciendo la verdad, a pesar de manifestar cosas opuestas.

Uno dijo, refieréndose al tema de la conversación, que en algún momento había que soltar las cosas que son imposibles, y el otro le dijo:

nada es imposible.

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Cuando un señor dijo como broma que era un hombre mayor que su esposa, porque le llevaba tres días, el otro dijo:

una persona de tres días es muchísimo mayor que un recién nacido.

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El hombre contó su sueño. Estaba en un combate con el diablo, y llevaba mientras corría, una calculadora en su mano, y ese aparato, en lugar de mostrarle una hilera de ceros luminosos, le mostró lugares vacíos y una secuencia de números que después de despertarse, recordaba, pero no le decía nada.

– -243-89- era la secuencia, y al verla en el sueño, supo inmediatamente que había perdido ese combate con el diablo.

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Pusieron en el ómnibus una película con un increíble Marlon Brando, De Niro, y otros famosos, pero podrían haberse ahorrado toda la película y poner sólo esa frase.

Dijo la mujer que su padre había sido abogado, y que él le decía que para que un trato sea bueno, las dos personas debían sentir que habían sacrificado algo.

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Siempre creyó que había solamente dos formas en que los médicos podían comportarse en el diálogo con los pacientes que tenían una enfermedad con epílogo mortal a plazo determinado.

Así, creía que había médicos que mentían al paciente con la mejor intención, así como había otros que le decían frontalmente la verdad, con los mejores modos que podían.

Hablando con ese médico supo que había un tercer camino.

Cuando le preguntó si les decía o no les decía la verdad a sus pacientes, contestó:

les digo lo que ellos están dispuestos a saber.