miércoles 3 de noviembre de 2004

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como muchas panaderías, en ésa, a la hora del cierre regalaban productos sobrantes a los necesitados reunidos prudentemente en la vereda de enfrente, en la semi oscuridad, cada día, sin llamar la atención para nada;
pero lo que sí llamó la atención fue que uno de ellos repartía, y los restantes, unos diez de distintas edades y de los dos sexos, hacían una muy ordenada fila en la que el que estaba primero y recibía algo, volvía rápidamente a ponerse al final, y así hacía cada uno de ellos todo el tiempo;
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siempre tocan el timbre para pedir, pero ése tocó porque dijo que quería avisar que esa noche no recogerían la basura porque había muerto el que barría, y que por eso juntaban dinero, pero resultaba muy difícil creerle, así que el de la casa le contestó: &#034lo siento", una respuesta que atendía a que no le daría ningún dinero, y a lamentar debidamente la muerte del señor encargado de barrer las calles