domingo 23 de diciembre de 2001

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Muchos son sensibles a la agitación y yo trato de mantener el equilibrio.
Quizás pueda ser considerado culpable de no tomarme las cosas en serio. No creo que sea ésa la situación, pero llegado el caso, no me molestaría dar esa imagen, y personalmente prefiero dar esa imagen a dar la contraria.
La presente situación de convulsión social que tenemos acá me recuerda mucho, salvando las distancias, una historia acerca de Diógenes de Sinope. La anécdota es la que cuenta que al anunciar Filipo que iba a atacar Corinto, y al estar todos dedicados a los trabajos y corriendo de un lado a otro, él empujaba haciéndola rodar la tinaja en que vivía. Como uno le preguntara: ¿Porqué lo haces?, Diógenes, dijo: Porque estando todos tan apurados, sería absurdo que yo no hiciera nada. Así que echo a rodar mi tinaja, no teniendo otra cosa en qué ocuparme…
También yo empujo mi tinaja para no parecer ocioso entre tantos trabajadores, dice el cínico, y tan solo parodia la agitación ajena, en un gesto burlón. (Carlos García Gual. La secta del perro.)