jueves 9 de diciembre de 2004

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los padres o quien sea, deciden el nombre que uno llevará toda su vida, le guste a uno o no; ese nombre quedará fijo para siempre y es lo único que queda fijo para siempre, y en algunos países se puede cambiar legalmente, pero tiene sus requisitos y costos y no siempre es posible
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que le guste o no le guste a uno el nombre y el apellido que le ha tocado en suerte es como que le guste o no la propia cara, o su estatura o cualquier detalle del equipamiento, es un gesto mayormente inútil
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y la protesta contra lo dado y rígido, muchas veces es meramente la expresión automática y visceral de lo móvil y mutable frente a lo que se presenta como inamovible