jueves 12 de septiembre de 2002

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El inspector Morse, de una miniserie de televisión, dijo muy amargamente de un colega suyo de la policía que sospechaba de él:

Yo sospecho de la última persona que vio con vida a la víctima, y él sospecha de la primer persona que la encontró muerta.

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Muy lejos de Oxford, donde transcurría la ficción, un hombre pensaba de nuevo en lo que le había ocurrido ese mismo día, en el que encontró a esa araña muerta en el baño, sospechando que él mismo la había matado involuntariamente, porque no veía otra posibilidad, aunque no se imaginaba cómo ni cuándo.

Y lo que era peor, cuando la vio antes de eso estaba viva, y se dijo al verla que a esa araña no la tocaría, que le dejaría vivir su vida.

Pero cuando finalizó de tomar su baño la encontró muerta debajo de su ropa. Y a decir verdad, allí estaba todavía, mientras pensaba todo eso mirando televisión.

En ese raro caso todo apunta hacia ese hombre, porque no había ninguna otra persona adentro de ese baño y fue el último en verla viva y también el primero en encontrarla muerta.

Ambos policías del cine coincidirían en el mismo sospechoso, y su abogado tendría que ser de lo mejor para sacarlo de semejante apuro.

Un abogado que descubriese o mejor que consiguiese probar que esa araña tenía su enemigo solapado en el mundo de las arañas.