lunes 16 de septiembre de 2002

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Si hay otra gente en la casa – y muchas veces hay otra gente en la casa – poner la música bien fuerte para que se escuche bien, esté uno donde esté, comunica cosas;
no es que esa música impuesta carezca de calidades y no resulte agradable y hasta muy agradable, su problema es que resulta impuesta, y por eso se hace inoportuna y penosa de soportar, y se transforma en una prueba para el espíritu de los otros, por la cual la convivencia sufre y se forma, o eventualmente se altera y se pierde.
Vale para la música, pero también para las noticias y cualquier programa de la radio o de la televisión.
los sonidos que la persona emite en esa forma le permiten ocupar todo el campo, que son una forma de declarar su posesión de todo el campo, constituyen un fuerte mensaje no verbal.
Y nos queda la misma sospecha que ante cualquier otra acción abusiva a expensas del vecino:
que hay alguien allí adentro que se siente bien chico.
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para ser cobarde soy bastante valiente, y para ser valiente soy bastante cobarde