lunes 13 de mayo de 2002

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más loca que un plumero, más puta que las gallinas, más aburrido que chupar un clavo, más loca que las arañas y a cada chancho le llega su san martín.

Frases incomprensibles que dice la gente en Buenos Aires en la comunicación coloquial, pero que no quieren decir literalmente nada.

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Estábamos en esa muestra de arte y veíamos las obras y carteles en falsa escuadra, y al final eran tantas las cosas que se veían torcidas, incluyendo las letras pintadas en las paredes, que sospechamos con algún fundamento que en este país se movió la vertical y que la fuerza de gravedad está tirando para otro lado.

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O que quizás sea más interesante todav&iacute:a lo que sucede, y esa fuerza de gravedad tire en más de una direcci&oacute:n y aleatoriamente. Lo que explicaría más de una de las cosas que están sucediendo alrededor.

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Mirando esa muestra resultó además que todo salía conforme lo planeado, salvo la línea de la plomada, es cierto, pero todo lo demás salía aceptablemente bien.

Menos lo que tenía que ver con la computación y con la técnica, lo que hablaba a favor de la posibilidad, aún en estos contextos azarosos de hoy, de apostar a la mayor confiabilidad de lo humano, falible por definición.