martes 16 de junio de 2009

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de Robert A. Heinlein; El holgazán
Será mejor que le cuente algo acerca de aquellos aeroplanos (…). En cierto modo, sí eran peligrosos; todo es peligroso, hasta respirar.
Pero lo eran menos que los vehículos automóvil de superficie que se utilizaban entonces, y desde luego menos que ser un peatón.
Normalmente, los accidentes, fatales o no, eran atribuibles a un error del piloto, y David no permitió jamás que a él le sucedieran semejantes accidentes.
No tenía el menor deseo ser el mejor piloto del mundo; se conformaba con llegar a ser el más viejo.
de Robert A. Heinlein; El holgazán