jueves 27 de febrero de 2003

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hay un momento en que uno se siente juguete del destino;
es cuando sale del subterráneo justo en la vereda de la casa de gobierno, y se sorprende al ver que ha quedado adentro del vallado puesto por la policía federal, que evidentemente estaba a la espera de una manifestación;
es en esa caminata de dos cuadras hasta salir de la zona vallada, que uno siente que está en el lugar equivocado;
un momento que tarda demasiado en terminar, en el que puede pasar cualquier cosa, mientras uno se va sintiendo mirado por montones de policías con cara de haber estado allí demasiadas veces y uno ninguna;
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estaba esa muchacha tratando de leer un diario en el transporte público, hasta que al final dejó de leer; al rato subió un joven y se sentó junto a ella; le pidió prestado el diario, lo miró y se lo devolvió; al ratito ella le dijo unas palabras y él contestó algo; un par de minutos después ella bajó;
así, hay veces que parece que va a pasar algo, que va a haber algún contacto importante entre las vidas de dos personas, y por alguna razón, millones de veces no pasará nada más que ese pequeño encuentro muy fugaz, y no será como sucede en el cine
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a veces vamos eligiendo lo que creemos mejor, y sentimos que hacemos bien;
aunque no haya una verdadera razón para desconfiar así de la ciega fuerza del destino o de la mera casualidad, y la verdad, es que nunca se sabrá de dónde es que puede sacar uno, que lo que uno piensa que puede ser lo mejor, realmente tiene que convertirse en lo mejor