viernes 28 de febrero de 2003

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de Salvador Dalí. Diario de un genio. Fábula Tusquets Editores.
… ¡La vida está; preñada de este tipo de densidades, mezcla de casualidades y aventuras delirantes!
Lo cual me recuerda a mi padre, quien en una mañana de junio, rugiendo como un león, gritó:
– ¡Venid, venid, pronto, enseguida!
Acudimos todos muy alarmados, viendo a nuestro padre señalar una cerilla de cera que se sostenía de pie y quemaba encima de las losas de pizarra. Después de encender el puro, había tirado muy alto la cerilla, y ésta, después de describir una curva que parecía haberla apagado, había caído verticalmente en el suelo para quedar pegada, de pie en las losas recalentadas que la habían vuelto a encender. Mi padre seguía llamando a los payeses (payés, -a Baleares, Cataluña: Campesino.) que llegaban en tropel:
– ¡Vengan vengan, jamás verán una cosa así!;
después de la comida, todavía bajo la tensión de este acontecimiento que me había conmocionado, había tirado al aire con todas mis fuerzas un tapón, que, después de golpear el techo, había rebotado en la parte alta del mostrador, permaneciendo al fin en equilibrio en el extremo de la varilla de las cortinas. Mi padre había quedado anonadado por este segundo acontecimiento. Durante más de una hora, se había quedado boquiabierto contemplando el tapón, prohibiendo que lo quitaran del lugar donde varias semanas nuestros criados y los amigos tuvieron ocasión de admirarlo.
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para un músico perder su equipo de música porque se descompone, no es una tragedia menor, si de momento no encuentra cómo repararlo; porque pierde contacto con sus discos, que son muchísimos y muy buenos en eso de ayudarlo a uno a navegar por las contingencias;
durante varios meses fue así, hasta que se presentó un amigo que lo enchufó, y misteriosamente el aparato comenzó a funcionar, y así lo hizo varias horas hasta que este hombre se fue;
apenas la música empezó a sonar, el hombre sugirió al dueño de casa no tocar el aparato, no hacer nada como desenchufarlo y volverlo a enchufar, especialmente;
cosa que apenas pudo hizo el dueño de casa buscando mejorar algo de ese modesto milagro, que nunca más se hizo presente