miércoles 16 de julio de 2003

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una costumbre bastante reciente en Buenos Aires, que puede incomodar relativamente a extranjeros y a locales de cierta edad, es la de dar un beso en una mejilla a modo de saludo, cuando hay una cierta confianza, y a veces hasta cuando no la hay;
eso no tendría nada de extraordinario, pero resulta un tanto extraño de ver, cuando se baja un recio policía de su vehículo todo terreno de cuatro ruedas en la puerta de la comisaría y saluda con un beso a su fiero colega que se encuentra de guardia en ese lugar