sábado 27 de julio de 2002

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La gente no pone mucha confianza en los profesionales principiantes, porque teme que no acierten con el manejo y la solución más apropiados para los problemas que se les presentan, y por eso muchas veces acude a los profesionales que tienen amplia experiencia.

Pero esos profesionales experimentados pueden ser ciegos para todo aquello que no cayó dentro de su experiencia, y siempre ocurren cosas nuevas y casos especiales, únicos.

Además, pueden tener tendencia a estar demasiado seguros, a confiar en su mirada panorámica, (que casi siempre es infalible, pero no siempre), y pueden estar muy ocupados o sin el suficiente interés para atender en serio un caso en especial.

Y además pueden distanciarse muy peligrosamente del sentido común, aunque parezca imposible, porque la seguridad en las propias convicciones suele ser muchísimo más peligrosa que la duda, que es la madre de la sabiduría, me parece a mí.

Todo esto quiere decir que además de un buen asesoramiento pagado muchas veces a precio de oro, hay que usar sin miedo un poco del propio criterio, y además, para todo, hay que tener un poco de suerte.