domingo 17 de marzo de 2002

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La noción de favorable o desfavorable no debería tener nada que ver con ninguna otra cosa del universo. Si uno pudiera conocer esto, sabría que lo favorable y lo desfavorable son independientes de lo correcto o lo incorrecto, de lo justo o lo injusto, de lo que uno merece o no merece. Es como el viento, que puede soplar a favor o en contra, nada más.

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Esa pareja estaba pasando unos días en un lugar de vacaciones típico, en un hotel típico de una cadena de hoteles típica de un país típico del caribe.

Buscando una salida directa a la piscina tomaron un ascensor equivocado que después supieron que estaba reservado para el personal, y fueron a parar a un subsuelo donde se encontraron con otro mundo, donde los mismos empleados que antes lo veían a uno como turista, ahora le decían con su expresión silenciosa que uno estaba por completo fuera de lugar en ese mundo de ellos.

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Terminar de instalar algo en la computadora y hacer funcionar todo, no es solamente llegar a lo que uno quería o necesitaba. Es lograr el equilibrio justo entre la complejidad del equipamiento que uno tiene y del software utilizado.

En lo personal me gusta tender a los equipamientos mínimos posibles para la operación normal.

Lo otro, es pensar siempre en equipos más grandes, que soportan software más exigente que pide equipos más grandes, y sin quererlo, estamos metidos en otra carrera de ratas más.

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Hay ricos que roban a los ricos y también roban a los pobres.

Hay pobres que roban a los pobres y roban a los ricos.

Pero me parece que para robar mejor a los ricos y a los pobres primero hay que ser rico.

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Cuando hay una grave crisis en la vida, uno piensa que ya no da más.

Y es allí cuando generalmente falta lo peor.

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Jugar con cartas es sencillo.

Un buen jugador es el que puede jugar sin tener buenas cartas.

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En las situaciones donde uno no tiene cartas, juega y se defiende no con lo que sabe, no con lo que tiene.

Se arregla con lo que es.