lunes 19 de agosto de 2002

*

Si queremos el éxito por sobre todas las cosas, tenemos que estar bien dispuestos a sacrificar en algún momento la excelencia.

*

Si tuvieramos verdadera atención para poner en el espacio vacío que existe entre dos respiraciones consecutivas, podríamos tocar sin ningún riesgo el verdadero horror de la asfixia.

*

Hay un momento de vacío en el que la mente no sabe decidirse entre sensaciones positivas, gratificantes, o sensaciones preocupantes o bien directamente aterradoras.

Sucede eso con los primerísimos olores indefinidos para la mente cuando todavía no sabemos si alguien está preparando amorosamente tostadas para nosotros, si alguna plancha quedó demasiado sobre una tela, si un motor se ha quemado, o si directamente habrá que salir corriendo de la casa porque se ha declarado un incendio.

*

Ese hombre decía que la tolerancia que había tenido con su anciana madre enferma no la había tenido nunca con sus hijos cuando eran pequeños.

Y también decía que la tolerancia que le había exigido su madre, nunca se la habían exigido sus hijos cuando pequeños. Pero en esto exageraba. Pero es que su madre, también exageraba.

*

Me parece a mí que muchas veces tendemos a creer que la vida real es el conjunto inalterable de nuestras rutinas particulares.

Por eso cuando un corte terrible termina de una vez con todas esas rutinas sentimos que ocurrió una desgracia, que se nos terminó el mundo.

Cuando quizás lo que quiera significar eso en la vida de la persona, que continuará, es que allí podríamos llegar a tener una hoja nueva en blanco, si es que podemos evitar la tentación de resucitar viejas rutinas o de inventar con urgencia las nuevas.