lunes 15 de abril de 2002

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Se conoce una receta tradicional para atrapar pajaritos, que consiste en ponerles sal en la cola.

Uno de los personajes de la historieta Carlitos, de Schultz, que andaba todo sucio, con polvo flotándole alrededor, y moscas volando en torno suyo, y que creo recordar que se llamaba Linus, palmeaba a los pajaritos en la cabeza, y los pajaritos se quedaban tan tranquilos.

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Uno se acusa por la falta de reacción del otro.

Ocurre en la vida personal, con la familia de origen, con la pareja, con los amigos, y también en la vida profesional.

Ocurre que el otro no contesta las llamadas, o no llama cuando se espera que llame, o no escribe, o no contesta nuestros mensajes, o no se comporta, en general, como apreciamos que debería comportarse en la relación con nosotros.

Se instala entonces en nosotros una especie de vaga responsabilidad, de vaga e imprecisa culpa, que consiste en revisar en nuestra mente nuestras acciones y omisiones, para ver qué cosa, de lo que hemos hecho, y de lo que no hemos hecho, pudiera haber sido la causa para motivar la actitud del otro.

Y quizás el otro ni siquiera está pensando en nosotros, tal vez ni siquiera nos registre.

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Daban en la tele una película del Teniente Columbo. Siempre es el mismo, se lo veía más viejo a Peter Falk, el actor que lo interpreta. Siempre el mismo mensaje, la vigencia, el poder de lo ridículo, de lo extraño. Y el enorme poder de esa mente. Muy lindo ese mensaje.

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También olvidar que uno tenía una cita puede ser una de las muy misteriosas ayudas del destino.