sábado 20 de abril de 2002

*

Creo que nos gustan las películas de detectives, suena horrible, pero es así.

En este caso veíamos por la tele una película cuyo personaje central era un médico forense, Murray Maguire, que descubría al autor de dos extrañísimos crímenes.

Y en esa película ese hombre dijo estas cosas:

Hay un dicho irlandés:

si me engañas una vez, paso vergüenza,

si me engañas dos veces, lo tomo a pecho.

Le dijo a alguien que le contó que había querido suicidarse porque no merecía vivir:

Si sucediera eso con cada uno que no merece seguir viviendo, necesitaría una morgue del tamaño del Madison Square Garden.

*

Todos los meses llegaba un sobre con membrete de la maderera alemana Staedtler, y adentro del sobre un cheque, antes en marcos, ahora en euros, para su madre.

Y una carta de dos carillas en papel con membrete de la maderera, con comentarios familiares.

Y al ver siempre esa correspondencia con membrete, podía pensarse en una correspondencia comercial, o que era un caso de una maderera con madre.

*

Son poco afortunados los nombres de las empresas comerciales, si es que no son directamente perversos.

Por aquí apareció una empresa que traslada enfermos ambulatorios, cuyo nombre es Mandar.

Nombre que a mí me pareció más propio para mover cosas que para mover personas.

*

Un bar tenía un cartel en la puerta, donde se consignaban el menú y los precios. Al final, en una sola línea decía:

Noche: saxo – grafología.

*

Cuando se es joven, pongamos por caso, adolescente, se pone un gran interés en ver cómo sería eso del contacto sexual.

Se sabe que eso aparecerá en el camino en algún momento, pero no se sabe cuándo.

El tema es que está aceptado como mandato social implícito, como integrante de los roles masculino femenino y como tarea a cargo de la persona.

Toda la urgencia que se le ponga a ese contacto muchas veces tiene más que ver con ese mandato social presunto que con las energías propias dirigidas a eso y con las necesidades propias dirigidas a eso.

Hay varias cosas para decir de esto, que no serán ciertas solamente porque estén dichas aquí, podrán aceptarse o no, cada uno lo verá a su manera, son temas por completo personales, y siempre lo serán.

El sentido de urgencia sexual puede ser real o no serlo, eso admite un segundo de reflexión, desde lo personal, tratando de identificar, por difícil que fuese, lo que pueda haber de presiones reales, o imaginarias o implícitas, del medio social donde uno se mueve.

Realmente no hay ninguna forma de «estar a la altura de la situación».

Tenemos derecho a decir: yo no juego.

Uno no es el único caso raro que existe sobre la tierra.

No se trata de hacer algo, importa que mucho que ese algo no sea hecho de cualquier manera.

El otro es una persona, y no da lo mismo cualquier persona.

Uno se merece lo mejor, y el otro también se merece lo mejor.

*

Hay un tiempo en que uno desarrolla maestría en algún campo, con verdadero entusiasmo.

Ese entusiasmo sirve para enfocar la energía tras un objetivo, y es increíble ver lo que hace la voluntad dirigida y los éxitos que obtiene.

Forzosamente eso sustrae energía de otras áreas de interés de las personas, y esas otras áreas tarde o temprano dirán lo suyo, y podrán aparecer las crisis de distintas clases.

No hay problema en tomar direcciones exclusivas en tramos más o menos cortos, y así debe hacerse para los objetivos exigentes.

Pero nuestro paso por el mundo me hace acordar a una frase que alguien dijo una vez refiriéndose a una mujer muy talentosa para mantener muchas actividades muy rentables al mismo tiempo:

imaginate lo que es tener todos esos trompos girando al mismo tiempo.

Y las otras áreas de la vida, las oscuras, las ingratas, las que nos dan gusto, las que nos dan pérdida, las que no nos gustan, las que nos quitan tiempo de lo productivo, las que parece que no sirven para nada, son todos esos otros trompos que, si no quisiéramos pagarlo de algún modo, deberíamos quizás contemplar con una cuota de atención cada vez que les toque, para que sigan girando y no se caigan haciendo ruido.