martes 23 de abril de 2002

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Marguerite Yourcenar. Opus Nigrum. Ediciones Alfaguara SA.

La verdad, si se hubiera dicho, hubiera molestado a todo el mundo. Se distinguía muy poco de la mentira…

Hasta llegó a dormirse en una de aquellas sesiones… De hecho, también uno de los jueces se dormía. Aquél magistrado se despertó creyendo que ya habían pronunciado la sentencia de muerte, lo que hizo reír a todo el mundo, incluso al acusado.

…cada uno de nosotros es su propio maestro y su propio adepto. La experiencia se rehace cada vez a partir de nada.

Marguerite Yourcenar.

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Mis sueños muchas veces tienen tranvías.

A veces son como los que hubo en Buenos Aires y a veces son de cualquier otra manera.

A veces me doy cuenta de que estoy en un sueño y razono acerca de que nadie me va a creer cuando les cuente acerca de los tranvías, cuando esté afuera del sueño.

Hoy, en cambio, tuve que caminar largo rato por las calles para venir a caer en cuenta de que había soñado nuevamente con esos tranvías, y lo recordé como algo visto, no como algo soñado.

Como si se me estuvieran cruzando algunos cables, entre lo que se sueña y lo que se vive. No está nada mal que pase eso.

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La crueldad de los niños y de las niñas hacia los otros niños ha buscado ser explicada por especialistas de todas las clases.

Como todo en la vida, hay argumentos a favor y en contra de corregirla, evitarla, prevenirla o atenuarla.

Nadie ha estado a salvo de sufrirla y de emplearla siendo niños y hemos hecho cada uno su parte para mantener en pie esa leyenda.

No hemos mejorado demasiado de grandes, parece.

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Hay gente que piensa que tener un solo hijo pudiera ser fuente de ciertos problemas potenciales para el hijo único, y eventualmente para los padres.

Las familias de dos hijos son escenarios de mucha competencia entre los hermanos, donde lo que es para uno, será a costa del otro, lo que puede originar encarnizados combates entre ellos, o diversas variedades del esquema ganador / perdedor.

A partir del tercer hijo, desaparece esa competencia y parece haber menos problemas, pero esa impresión podría derivar de que el desorden se ha vuelto tan grande que ya no puede saberse qué es en realidad lo que está sucediendo allí adentro de esa familia.

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Hablando de los sueños, había una historieta cuya personaje central se llamaba Olivier, y sus pesadillas terminaban siempre en una pregunta terrible de un profesor suyo de la vida real.

Y esas complicadísimas preguntas que de leerlas resultaban casi imposibles de concebir, terminaban con una pregunta adicional:
… y ¿cuál es la edad del capitán?

… pero no había ningún capitán por ninguna parte,

y por supuesto, era del todo imposible saber cuál era la edad de ese capitán.

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Estaban jugando al Gameb#y de N#nt#nd# dos niños de once años, y se contaban complicadísimas historias acerca de lo que sucedía en el argumento de allí adentro del juego.

Hasta que la niña refiriéndose a uno de los personajes del juego dijo: ése es del mundo real.

Uno de los mayores, dijo: ¡entonces hay un mundo real!, pero el otro de los mayores dijo: no, no debe ser el mundo real, no es posible.

Y la niña lo confirmó: no, el mundo real de este juego es el mundo del futuro.

Y a partir de esa última declaración, los niños siguieron adentro de ese juego, que tenía su propio mundo real adentro, y ese mundo real no tenía ningún punto de contacto con ningún otro mundo real.