jueves 31 de octubre de 2002

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era un vehículo muy parecido a un tranvía, donde se reunía a conversar gente que tenía su descanso a mediodía dentro del horario de trabajo;
lo extraño de ese sueño era que en él se recordaba que ese tranvía había estado lleno hasta el techo y arriba del techo también, de desperdicios, principalmente papeles de todas clases, limpios o no, de esos que se acumulan con los siglos;
la persona se soñaba recordando haber hecho anteriormente tremendos esfuerzos para despejar ese tranvía en otros tiempos, pero reconociendo repentinamente que si bien ése era un recuerdo sentido como visceralmente propio de la vida real nunca lo fue, que eso era meramente recordar un sueño anterior que repetía otros sueños anteriores donde pasaba puntualmente eso mismo;
esa claridad que tenía en el sueño persistió con todo detalle después de haber despertado, y entonces supo con alivio que aún cuando soñara todo eso de nuevo, ya se habían terminado para siempre esos trabajos sin esperanza de cualquier final
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el hombre llevaba uno de esos carritos que son utilizados para transportar las cosas que pueden tener su cierto valor, aunque sean basura para los que las desechan;
este hombre llegó con su carrito, y mientras fue a comprar cigarrillos, lo dejó estacionado en forma impecable, como si fuera un automóvil más
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entonces lo supo;
supo que lo había conseguido, que la gente vería como un poco a través de él, como si ya no estuviera allí del todo, que ya no lo consideraría materia apta para proponerle asociarse a acciones o eventos sociales o corporativos, que lo consideraría de otra clase, quizás un paria, quizás peor que ellos, quizás algo mejor, aunque podría no ser eso, quizás fuera que solamente lo vieran distinto, como un poco más allá;
como si por algún motivo hubiera ya empezado a irse de este mundo y lo estuviera viendo un poco desde el lado de afuera