lunes 13 de enero de 2003

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una muchacha de once años acababa de ceder ante una firme negativa de su madre, y reflexionó en voz muy baja como para que nadie la escuchara;
lástima que cuando yo sea grande los chicos van a mandar
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tuvo lugar una conversación donde tres adultos hablaban acerca de los niños, y uno de los adultos recordó un afiche visto en una juguetería, que recomendaba dar a los niños raíces y alas;
uno de los que allí estaban pensó silenciosamente en cómo se estiraría como chicle un niño en tal situación, y que sería lo mejor que los adultos, en lugar de dar tales cosas amontonadas a los niños, no les dieran nada y los dejaran en paz;
pero lo mejor fue lo de la misma muchacha de once años, que estaba dentro del baño, cualquiera diría que muy ajena a la conversación, pero cuando se escuchó lo de las raíces y las alas, abrió la puerta del baño por lo que pareció solamente un segundo y les dijo a los mayores, entre los que estaban sus padres, una sola palabra, antes de volver a cerrar la puerta a toda velocidad:
¡decídanse!