domingo 9 de marzo de 2003

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el supermercado tiene una pescadería, la pescadería tiene una pecera, la pecera tiene coloridos peces de agua fría que en número de cinco nadan sin preocupaciones entre los restos de peces más grandes que ellos, que son exhibidos y comercializados allí fuera de la pecera;
cuando la persona que ve todo eso cree que los peces nadan en esa pecera en medio de una feliz ignorancia, entonces todo está bien;
cuando la persona que mira sospecha que los peces conocen todo lo que sucede en las mentes humanas, entonces creerá que verán como una calamidad a cada persona que se acerque, temiendo que va a señalarlos con el dedo para que el empleado los saque del agua, los pese, los meta adentro de una bolsa y los entregue al cliente para que se haga una rica comida;
así, la conciencia de lo que están haciendo los seres humanos en ese supermercado no les ayudaría para nada a esos peces ornamentales de agua fría;
a menos que esa conciencia de pez llegara un poco más allá, hasta el punto de entender que ellos no, que ellos están allí solamente para ser mirados por esa persona que se quedó a lo lejos un minuto entero que pareció interminable, y que se retiró con la cara exacta de alguien que no ha comprendido para nada lo que está sucediendo