sábado 31 de mayo de 2003

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hace muchísimos años en la Argentina hubo una ley que obligaba a los cines a contratar artistas para que hicieran un espectáculo durante los pocos minutos que había de intervalo entre una proyección y otra;
eso no tenía nada extraordinario, estaba dentro de lo que podía producir la imaginación de cualquier equipo gobernante;
lo interesante estaba en el nombre que se le daba a ese espectáculo:
número vivo