Durante el día pasaba muchas horas con Paul, leyendo, hablando, (…). Más adelante imaginó que todo ese tiempo llovía, porque Paul y ella pasaron meses leyendo (…), junto a un fuego de pino que también existía solo en su mente./Lucia Berlin: Una noche en el paraíso
La heroína es fácil de ocultar si eres rico, porque nunca te falta. /Lucia Berlin: Una noche en el paraíso
imprimieron una bolsa de la compra con la siguiente frase: dar es dar mucho
las máquinas se apagaron. Incluso cuando los transbordadores van llenos es un momento de silencio terrible. El agua batiendo contra el casco de madera hasta que el barco atraca con un golpe sordo y sombrío (…). /Una noche en el paraíso; Lucia Berlin
Al final los despidieron a los dos. Paul acabó teniendo una reyerta con George (…), igual que en Solo ante el peligro. (…) Ella se parecía a Charles Laughton disfrazado de cowboy con el pintalabios negro de Bette Davis. Ganó ella./Una noche en el paraíso; Lucia Berlin
Al final los despidieron a los dos. (…)En el caso de Benjamin pasó que al llegar una noche a trabajar había un mexicano con maracas cantando (…). Benjamin sacó su piano (…) y, como pudo, lo montó en la furgoneta Volkswagen./Una noche en el paraíso; Lucia Berlin
tardaron tanto en la policía para tomarle una denuncia, que un policía entró, lo vio vestido de negro y sentado en un escritorio esperando sin hacer nada, que lo saludó con un beso en la mejilla (como se saludan los policías en Buenos Aires), creyendo que era un policía más
Tony se estaba separando de su mujer. Suspiró.—Chica, odio los finales… Lo mío son los comienzos.—Genial —dijo Lisa—. Lo mío son los finales./Una noche en el paraíso; Lucia Berlin
el marido de Lisa, Benjamin, había trabajado en el restaurante de George, con Paul. George era una lesbiana con mala leche que vestía como un cowboy, se creía Gertrude Stein y servía comida estilo Toklas. Caracoles, castañas confitadas./Una noche… ; Lucia Berlin
Benjamin (…) tocaba jazz atmosférico al piano y Paul era maître. Iban de esmoquin. Ninguno de los dos decía nada. Los parroquianos ingeniosos y dicharacheros vestían todos como los indios… Terciopelo, plata, turquesa./Una noche en el paraíso; Lucia Berlin