«no soy un hombre exagerado, (…) no me gusta comer todos los días, porque pongo a trabajar mucho el organismo, y al organismo hay que darle descanso porque si lo cansas, te abandona, y yo no quiero que me abandone.» 7’56» Compay Segundo https://www.youtube.com/watch?v=kgh-YJsHpyY
en silencio un enfermero a nuestra espalda empujando la silla de ruedas por el hospital a bastante velocidad por largos pasillos desiertos hasta el punto de destino y esa carrera irreal, de videojuego, es lo que recordaremos luego incrédulamente más que cualquier otra cosa
un candidato para un estudio ambulatorio de rutina se encuentra sometido a las esperas en el hospital, amables, pero sin ninguna clase de referencia entre una cosa y otra, tiempo sin referencia posible, tiempo absoluto, lo que dure eso
esperando atenderse, aparecen ante la vista pacientes enteros así como pacientes muy trajinados, y uno en especial, de este último grupo, bastante maltrecho, a quien la doctora, luego de leer su ficha preguntó: ¿Su apellido es Ruina, así como suena?
“Es un caso ambiguo porque (…) la vida no es ni blanca ni negra sino siempre gris. (…)”, cuenta Cardona por teléfono a este periódico como declaración de intenciones. Su novela ‘Los dos lados’ (Siruela) Por Paula Corroto 08/06/2022 – 05:00 https://www.elconfidencial.com/cultura/2022-06-08/teresa-cardona-novela-negra_3438216/
llevar una agenda es una señal para uno mismo, tanto si se tienen ocupaciones a agendar, como si no, tanto si se tiene en mira cumplir los compromisos como si no, pues la agenda habilita a anotarse aun estímulos y metas improbables y volverlos a anotar cada vez
una agenda hace posible anotarse compromisos y metas improbables y tal vez imposibles, pero es muy distinto anotarlas que declararse vencido y olvidarlas del todo, porque todo deviene imposible del todo si uno lo olvida, se rinde
llevar agenda de los propósitos; cuando tenerlos anotados no obliga a cumplirlos, solamente requiere tomarse el trabajo de renovar el registro tal en días o meses venideros, y la vida imprevisible aparecerá entonces como presuntamente previsible y casi voluntaria
el trato con la agenda requiere tener el instante de lucidez antes de consignar un compromiso que no se piensa cumplir de ninguna manera; para evitarse de entrada los compromisos o propósitos que en realidad no se quieren ni tal vez nadie quiera
el contrato con la agenda permite conservar la demencialidad suficiente para anotar propósitos que no se tiene la más puta idea de cómo cumplirlos, pero quedan ahí, y se sostienen en el tiempo, porque se han visto imposibles cumplirse más de una vez